Yo nací en febrero, muy
pequeñito, desnudo, con la piel arrugada y con un frio de todos los diablos.
Una malvada mujer me levantó por los pies, me puso de cabeza y me propinó una tremenda nalgada que me hizo
llorar. En esos momentos, fue cuando me dije: “Si he sabido no nazco”
Pero la verdad es que sí
hubiera nacido, pues la vida, nalgadas aparte, me trató bien de ahí en
adelante. Hoy me cuesta un poco relatar cosas importantes de mi existencia, no
porque ésta no haya sido interesante, sino porque he leído las biografías de
algunos talleristas y temo desentonar con una escritura insípida y falta de
color. Además viajes, universidades y todo eso.