martes, 2 de abril de 2013

De barrios y trenes



Yo nací en febrero, muy pequeñito, desnudo, con la piel arrugada y con un frio de todos los diablos. Una malvada mujer me levantó por los pies, me puso de cabeza  y me propinó una tremenda nalgada que me hizo llorar. En esos  momentos,  fue cuando me dije: “Si he sabido no nazco”
Pero la verdad es que sí hubiera nacido, pues la vida, nalgadas aparte, me trató bien de ahí en adelante. Hoy me cuesta un poco relatar cosas importantes de mi existencia, no porque ésta no haya sido interesante, sino porque he leído las biografías de algunos talleristas y temo desentonar con una escritura insípida y falta de color. Además viajes, universidades y todo eso.

Biografía de Eva



Nací prematura en Enero del 75 en Madrid. Mi papá solía decir que estuve tan enferma y di tanta guerra durante mi primer año de vida que ni Franco pudo soportarlo y nunca vio el 76. Lo decía con una sonrisa pícara en la cara el hombre que fue y sigue siendo mi mayor referente en la vida a pesar de haberle perdido cuando yo contaba apenas veintiún años.
Tuve una infancia dura, trabajando en el negocio familiar desde los nueve años y viviendo muy de cerca la enfermedad de mi padre. No quería ir a la Universidad y mis padres no deseaban tener una hija que estudiara lo que entonces se llamaba formación profesional. Recuerdo el primer día del Instituto; mi papá me llevó hasta la puerta y me dijo: “Estudias la secundaria y luego haces lo que quieras”. Seguramente por eso no dudé en irme a Holanda a los diecinueve años a trabajar después de terminar y seguir con las matemáticas suspendidas. En principio iba a ser un verano trabajando en el extranjero para practicar mis idiomas. Mis progenitores habían considerado imprescindibles eso de aprender otras lenguas y a los cinco años estaba aprendiendo inglés.