viernes, 29 de marzo de 2013

Un poco de mí (Roberto C.)



Soy lo que en México llamamos "Chilango", aquél que nace y vive en la Ciudad de México, capital de un país para muchos "exótico" por la historia de sus antepasados y para otros por la bondad de la naturaleza en sus playas, selvas y paisajes de montañas áridas y semi desérticas.

Según lo que platicaba mi madre, yo tenía prisa por nacer y casi lo hago en el auto de mi papá, que no llegaba a tiempo al sanatorio, y que conste en aquellos tiempos (1949) no había la cantidad de tráfico que hoy tienen las grandes ciudades. Fue un día de julio por lo que estoy determinado por el signo Leo, y según comentan, le hago honor a ese signo por querer siempre tener la razón en todo lo que digo o hago. Estando estudiando la carrera de Ingeniería en Electrónica en el Politécnico Nacional, me tocó participar en el movimeinto estudiantil de 1968, que aquí tuvo un descenlace fatal el 2 de octubre, en donde grupos del ejército y paramilitares acribillaron a los estudiantes mientras realizaban un mitín en un sitio arqueológico llamado la Plaza de las Tres Culturas en lo que fue el barrio prehispánico de Tlalteloco. Las tres culturas se refieren a la prehispánica, mal llamada azteca ya que había otros barrios no aztecas, la colonial (bajo el dominio de la Corona Española) y la moderna (posterior a 1965) con grandes edificios de apartamentos y avenidas.

Pienso que algunos de los nacidos entre 1945 y 1955 quedamos marcados por ese movimiento estudiantil, ya que nos dedicamos al activismo político en mayor o menor grado. Por mi parte, estudié la carrera de Antropología Social, quizá con la ilusión de llevar la revolución y el bienestar al campo mexicano. Idea romántica que se desbarató cuando enfrentamos el poder del Estado manifestado en su aparato burocrátiaco en el mejor de los casos y en las guardias blancas en el peor.

Desilusionado de esta actividad que me llevó a recorrer la parte sur de de la República, me dedique a la docencia en el estado de Chiapas, en la bella ciudad de San Cristobal de las Casas, lugar donde encontré a mi pareja.

Sin trabajo y con mujer, regresé a la gran capital, cuando era más fácil encontrar empleo que apartamento, en donde continué trabajando como ingeniero.

Al final la ciudad ha sido benévola con nosostros, desde mi infancia en un barrio —le llamamos colonia— proletario, escuelas públicas, amigos desde hace casi cuarenta años, jugando en las calles, cuidándonos de las razzias de policía (estaba prohibido jugar en la calle), irnos "de mosca" colgados de los trolebuses, y al igual que muchos de ustedes aplanando monedas en los rieles de los ferrocarriles y tranvías. Ganando o perdiendo en los "volados" (ganar o perder con una moneda lanzada al aire) con los meregueros (venden dulces de clara de huevo horneado llamado merengue).

Empecé a escribir formalmente desde hace mas o menos cinco años, antes escribía algo parecido a un diario de viaje, ya que por razones de trabajo anduve por diferentes ciudades de Estados Unidos de América y de Europa. En estos viajes, me gustaba ir a las iglesias y catedrales a contemplar los vitrales, por lo que ahora me dedico no sólo a admirarlos sino que construyo algunos bastante sencillos.

En la actualidad, trabajo en una empresa como director técnico, soy escritor tardío, vitralista por afición y fotógrafo por herencia.

Roberto C.